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miércoles, 6 de marzo de 2013
sábado, 2 de marzo de 2013
SUPONGAMOS QUE HABLO DE LOS BARRIOS
Supongamos que todo es un
montaje, que se han unido los dos grandes partidos políticos de Los Barrios, PA
y PP. Supongamos que alguien se ha inventado esta crisis, esta deuda de más de
200 M.€ que tiene un pueblo de tres habitantes y medio para hundir al gobierno
andaluz de ultraderecha que se definen como salvapatrias de la Villa y reformistas de la fe
católica, apostólica y románica de las sagradas escrituras según San Juan y San
Marcos, nada más lejos de la realidad, ya que el pueblo reza diariamente a San
Judas, patrón de las causas perdidas, y ha dejado aparcado eventualmente a
nuestro patrón e ilustre San Isidro Labrador que desgraciadamente está
abandonado como nuestra iglesia que no se reforma desde el siglo XVIII cuando
fue construida, y que como se siga así se perderá como se pierde poco a poco
nuestro escaso patrimonio. Supongamos que ningún cargo del PA o PP haya cobrado
un euro de color amarillo como los rayos del sol o verde como los campos de mi
tierra, porque si quieren cobrar euros negros hay que ir a la Junta de Andalucía, y que
los partidos no hayan recibido sobresalientes sino sobreentrantes de los
empresarios del polígono de palmones o que algunos políticos no tengan el mobiliario
municipal en sus casas por error o por culpa de las habilidades de estos porque
como todo el mundo sabe, los sofás tienen patas y pueden llegar hasta Palmones.
Supongamos que la actuación de todos los dirigentes políticos de la Villa haya sido pulcra,
legal y ética. Incluso aunque así fuera. Incluso aunque un tribunal de justicia
demostrara en una futura sentencia la inocencia de los burros de El Palancar o
de La Cruz de
Romero y de sus colaboradores o personas de confianza más allá de cualquier
duda razonable, incluso aunque hubiera dicho la verdad en su así llamado
discurso inquisitorio y que afortunadamente este embrollo nos lo van a
solucionar los toreros, por éste motivo, el alcalde debería dimitir. Esto es un verbo y, no es un
nombre ruso. Primero, debería dimitir de su cargo como persona intocable, firmando
el decreto de disolución del pleno y la convocatoria a las elecciones
municipales y, segundo dejar el poder a la soberanía popular y no a la
soberanía nacionalista o personalista.
Porque, aunque sea inocente,
aunque no sepa nada de todo este follón, la acción política no se reduce a una
cuestión legal sino a un viejo dicho romano que dice que a la mujer del Cesar
no le basta con ser honrada sino que
tiene que demostrarlo, este fenómeno romano se ha extendido por toda Europa,
obteniendo grandes resultados, menos en la España del Lazarillo de Tormes, y os podría citar
algunos casos de dimisión como el plagio de una tesis o invitar a un amigo a un
viaje oficial o pagar una chocolatina a su hijo con la visa municipal, y esto
es más serio de lo que nos podemos imaginar o soñar como gestionar mal los
recursos de un país, como en el caso de Islandia que se ha visto obligado a
encarcelar a sus políticos y banqueros.
Las sospechas que hay en Los
Barrios son demasiado graves y demasiado consistentes como para permitirles
seguir gobernando. Si tuviera un resto de decencia taurina con un cierto toque
de gomina, si le quedara una pizca de la responsabilidad de la que tanto
presume tras su espesa y solemne corteza de alcornoque, debería hacerse a un
lado. La batalla para demostrar su inocencia, si se diera el caso, debería
librarla fuera de las instituciones de mi pueblo, es decir, en su casa. Que
asuma que su carrera política se ha hundido como se ha hundido su cuestionable
dignidad. Cada minuto que pasa en el cargo, la ya muy blandurria solidez de la
democracia barreña se deshace un poco más, convirtiéndose en un moco
autoritario y pestilente, y podría ocurrir que cuando no hay democracia
suficiente en la cual nos sintamos libres, podría haber una revolución. Esto es
un precepto básico y democrático: no se puede gobernar un pueblo si una buena
parte de los gobernados sospechan o creen que el gobernante es un chorizo.
Aunque no lo sea. Porque ha perdido toda su credibilidad y toda su legitimidad
para impulsar ninguna acción legislativa o ejecutiva que se dio a conocer ante
notario y de escasa validez jurídica. Por este motivo, cada minuto que pasa en
su despacho guarriverde y sigue siendo alcalde con el apoyo estratégico del PP
que quiere gobernar la novena provincia de Andalucía, es decir, el Campo de
Gibraltar, esto se envilece un poco más y Los Barrios hiede más fuerte por los
grupos de interés pepero. No todo son malas noticias, afortunadamente, él tiene
razón en una cosa de su discurso, y es que este pueblo se hunde cada día más,
por eso el cura del pueblo está desbordado y agotado porque no puede dar de
comer y ayudar a todos los vecinos de Los Barrios aunque él quisiera y los días
tuvieran 48 horas.
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