-¿Qué tal Los Barrios? -me dijo anoche un amigo.
Me gustó la pregunta por dos motivos: porque me invito a una cerveza y porque no preguntó "¿Qué tal por Los Barrios?". En definitiva, no se interesó por mi visita en el pueblo, sino por el pueblo. En la sutileza está la elegancia. Poner o quitar una preposición puede marcar la diferencia entre un tío borde y uno con clase. Lo único que le pude responder es que por aquí la cosa estaba mal, antes de que se apagaran las luces de la plaza donde se inicio la conservación. La rutina de costumbre.
Como soy desaliñado, bebedor y algo autodidacta no es de extrañar que lea poco y mal, por eso, muchas de mis anécdotas no tienen sentido con dos cervezas de más, pero para lo que quiero decir es más que suficiente, ya que el pueblo no es tierra para viejos.
Es cierto que en los relatos históricos se tiende a subrayar lo explícito. Es la forma más eficaz de contar lo ocurrido. Sin embargo, lo implícito, la dignidad aristocrática, no queda reflejada. Un caballero puede hacer auténticas barbaridades, pero seguramente no lo hará indiscriminadamente. Podrá ser lo que tú quieras, pero nunca se acercará al plebeyo.
Hay más diferencias entre un caballero y un plebeyo: un caballero se destaca cuando corresponde, sabe cuándo debe alzar la cabeza y cuándo agacharla en reverencia, y siempre ha de estar dispuesto a hacerse a un lado cuando reconoce el talento. Básicamente, un caballero o un hombre gentil, como dicen los ingleses, se rige por una única norma no escrita: hacer sentir bien a quienes le rodean, pero con discreción. Sin emociones de ningún tipo. Es una cuestión de saber: un halago desmedido o a destiempo puede incomodar más que un reproche. El gentleman debe arropar y proteger, nunca ahogar ni asestar a sus compañeros.
Son refinamientos que pueden aprenderse, pero hay quien nace con ellos. Y Montedeoca los lleva ya de fábrica. Su caballerosidad y su vocación de hombre gentil se explican con su obra y su vida política. Simplemente, en su primer día como alcalde anunció una reducción de la plantilla municipal porque el paro es muy bajo en Los Barrios. Es la parte más brillante de su grandeza, reconocer su postura, su elegancia, y su delicadeza al tratar los problemas de los barreños es digno de admirar. Es un caballero impecable que nunca desentona, aunque sea las tres de la tarde.
Luego están sus declaraciones en los medios de comunicación, claro, es su faceta genial, su condición legendaria en el PSOE, ha ocupado el puesto de honor entre los alcaldes de Los Barrios.
Se puede apreciar su experiencia en el ayuntamiento, su caballerosidad ante sus compañeros, es destacable, y yo me siento tocado por ella.
http://www.noticiasdelavilla.net/noticias/38/opinion/4853/el-ultimo-gentleman.aspx
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