Hablemos, por ejemplo, del fin de un pueblo, del Apocalipsis del PA que va a llegar.
¿No se han dado cuenta? ¿No han percibido las atronadoras señales que lo anuncian? Las trompetas del nacionalismo andaluz, son una tontería al lado de estos glaciares que se derriten, de esos gobiernos griegos o portugueses que se hunden, de esas selvas que se deforestan, de esas hipotecas que no se pagan y de esos impuestos que no dejan de subir. El Innuendo de Queen o Is this the end of the world as we know it?, que cantaba REM. Son los grandes impostores (the great pretenders) por creer que es posible vivir en un mundo mejor.
Todo pinta mal, ciertamente, y especialmente para Los Barrios. El discurso del gobierno municipal se parece demasiado a una admonición bíblica como para no ser una, y tan inocua y fabulosa como cualquiera de las contenidas en la religión del PA o en los delirios babeantes del más senil de los alcaldes que han pasado por Los Barrios. Falta poco para que el pleno se parezca a un manicomio, con sus locos concejales andalucistas subidos en sus asientos verdes anunciando el fin de los días de la Villa.
No niego la realidad de mi pueblo, pero no me digan que no es sospechosa la coincidencia estructural y estilística del PSOE cuando gobernaba, por ejemplo, con buena parte de las cosas que están pasando ahora en él.
Una de las historias principales de este gobierno es, básicamente, repetir una y otra vez que los anteriores alcaldes socialistas son una gente muy juerguista y viciosa, y el anterior alcalde era el más malo malote de todos. Los socialistas barreños estaban todo el día que si ahora te sodomizo, que si ahora cometo adulterio y me voy a Los Lagos para cerrar un contrato urbanístico,… Y lo que más odiaban en el mundo eran a los andalucistas, en el papel de hormiguitas en la versión porno de La cigarra y la hormiga. El secretario del PSOE persiguió y aniquiló al pueblo, tocando los huevos a Dios. Él fue y dijo: mira, Sr. Alcalde, pase que tu gente esté todo el día fornicio que te fornicio; vale que quieras construir una torre soberbia que toque los cielos y se me clave en el culo y, además salga en un anuncio de aire acondicionado; vale que estéis todo el día amarrados al pelotazo y al porro, y ni siquiera abráis las ventanas para ventilar, pero lo de que me toquéis a mi pueblo, no, eso sí que no. Hartito me tienes, hartito. Y entonces vino lo de la Torre de Hércules y su confusión en las elecciones municipales, y todas las desgracias cayeron sobre Los Barrios y a su gente por malos y salidorros.
Hay toda una corriente teológica del PA que trata de dilucidar quién fue más pernicioso para Los Barrios, si Hitler o el PSOE barreño. Aún no lo tienen claro. Ni siquiera les ayuda saber que el pueblo fue socialista desde hace más de 30 años, y que el Dios andaluz es un personaje de ficción y Hitler, no lo es.
Los investigadores del gobierno municipal intentan aclarar que fue algo parecido a un déspota del pueblo, es decir, todo para mi y luego para mis colegas, pero sin boina porque no había de su talla, aunque su concejal de medio ambiente si que se la ponía, lo conoceréis como Chaparrín, el mismo que se intentó tirar del campanario cuando tenía pelo. En cualquier caso, nada que ver con lo que dice de él la Biblia Andalucista. Sin embargo, al Sr. Dios - Alcalde no le cae simpático, y lo convirtió en uno de los malos más malos de la historia barreña. Pésima suerte, habiendo tantos malos para elegir. La cuestión es que los socialistas barreños fueron castigados por su forma de vida, porque estaban corruptos. Y la corrupción, en la Biblia Andalucista, siempre se paga con fuego y destrucción. Ya sea en Babilonia, ya sea en Sodoma, ya sea en Gomorra o en Los Barrios.
¿No les resulta familiar el esquema de descomposición moral-castigo del nacionalismo andaluz? ¿No están casi todos los discursos políticos construidos sobre él? ¿No estamos repitiendo una y otra vez la historia? Hasta la historia se empeña en darles la razón. Quien ha visitado las ruinas de Los Barrios ha visto sus calles y parques en donde se demuestra la decadencia de los políticos de pueblo. Pues algún beatillo andalucista sumó dos y dos y dijo que los barreños han sido barridos por el socialismo por estar todo el día folla que te folla. El castigo divino, de nuevo, hizo el resto.
El cambio climático se presenta como un castigo por nuestros excesos. Hemos sido malos y lo vamos a pagar. La crisis financiara, ídem: no sólo se echa la culpa a los banqueros y a sus amigos, sino que se extiende a toda una población permisiva, que no ha ahorrado, que ha gastado lo que tenía, que se ha dejado arrastrar a una orgía de codicia y despilfarro, y así nos va, y todo esto por no rezar al patrón del nacional andaluz. Recibimos el justo castigo por nuestra corrupción. Al Dios Andaluz se le han hinchado las pelotas y nos va a mandar uno de sus tormentos ejemplares. Nos lo merecemos, por sodomitas y por adorar al partido político equivocado en vez de apretarnos el cilicio y ayunar como es debido.
A mí, personalmente, me repele mucho que la realidad se encuadre en ese esquema apocalíptico tan evidente y ramplón. Estoy cansado de escuchar admoniciones y, la verdad, me dan mucho miedo quienes, armados de una fregona justiciera y un bote de aguarrás moral, se presentan con la intención de limpiar toda nuestra mierda y atacar los males de raíz. Siempre que han surgido limpiadores semejantes que han acabado dejándolo todo hecho un asco, llenito de cabezas guillotinadas a la francesa o de humo del horno crematorio alemán o de prisioneros arrastrando piedras por Siberia. Yo prefiero seguir viviendo en la inmundicia que sufrir o apuntarme a la limpieza que se propone el PA de Los Barrios, rebajando por navidad los derechos del los ciudadanos al 50 %.
Porque me gustaría saber cuál es el estado virginal de mi pueblo que se quiere restaurar. Me alucina que tengan tan claro en qué momento se torció todo y cómo se puede volver a esa edad de la inocencia donde éramos felices y virtuosos. ¿Cuándo fue eso? ¿Qué tiempo fue aquel, sin corruptos ni corruptores, sin señores que gritaban y con niños bien peinados?
Quizá ustedes se sientan sucios, mezquinos y merecedores de un castigo por parte de nuestro Sr. Dios - Alcalde. Fustíguense si quieren, pero déjennos a los demás en paz, que estábamos muy calentitos en nuestra mierda. Lo siento mucho, pero no puedo sentirme responsable de los males del pueblo, no puedo vivir pidiendo perdón, no estoy dispuesto a asumir culpas que no creo tener. Y tampoco quiero que me las echen ustedes. ¿Puedo hacer algo por cambiar las cosas a mejor? Seguramente, pero si no lo hago, no merezco ninguna furia divina. Y si la sufro, si el Apocalipsis andalucista sobreviene al fin, moriré sin arrepentimiento y sin confesión: asesíneme, Dios - Andaluz por el cambio climático y por las finanzas internacionales, pero no espere que le suplique clemencia ni que le ofrezca mi bondad ni mi alma manchada a cambio.
Puestos a elegir una muerte, prefiero ahogarme en la ponzoña de la corrupción que fenecer a manos de uno de los purificadores salvapatrias del pueblo.
http://www.noticiasdelavilla.net/noticias/38/opinion/8754/el-fin-de-un-pueblo-por-j-mena-lana.aspx
como entraste en este ayuntamiento, te da vergüenza escribirlo? presuntamente un estomago agradecido?
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