Sueño, mucho sueño. No por mí, que estoy con mis historias y la mar de feliz, sino por la actualidad de mi pueblo. Qué aburrimiento, hijos míos. Ayer dediqué el día a ojear los periódicos digitales de aquí para un programa que se hace en una emisora local. Madrugué después de trasnochar, así que me fui a desayunar fuerte para espabilarme un poco. Iba con buen ánimo, de verdad, pero el camarero racaneó el pincho de tortilla, lo nunca visto. Se ve que ha subido el precio de los huevos y las patatas, porque he notado cómo los pinchos de ese bar han ido menguando. Antes, el tío cortaba la porción alegremente con el cuchillo, y ahora apura el corte al milímetro.
Así que me senté con mi ridículo pinchito, mi café y el periódico. Fui pasando las hojas con desgana, sin que ningún titular me llamara lo más mínimo la atención. Pasé del rollo al coñazo, y del coñazo al aburrimiento. ¿Será culpa mía? Pues no, me respondí tras liquidar el pincho. La culpa de todo la tiene la que se pone hacer sodokus en mitad de los plenos.
Afinando más, los culpables son los políticos. Es que les veo, les leo o les oigo y acarician la estupidez social. Qué sosos, qué julais. Y qué demagogos, y los teatrillos tan cutres que se montan. Qué pesadez, qué empacho. Y, sin embargo, cómo calan sus palabras en personas a las que se les presume inteligencia.
Un gay que conozco -fíjate qué moderno soy- me expresó el otro día sus temores: si gana el PP, ¿abolirán el matrimonio entre personas del mismo sexo? Un amigo me contó que hace años, tenía unos vecinos que iban a comprarse una lavadora, pero que lo reconsideraron. El marido le dijo a la esposa: "La compramos después de las elecciones, que mira que si ganan los izquierdosos y nos la expropian, con lo que nos ha costado ahorrar". Sí, ya era una cosa ridícula y risible entonces, pero en aquella época se podían disculpar esas ingenuidades. A estas alturas de la película, yo pensaba que todos sabemos de qué pie cojea cada uno.
Pero no es así. La crispación ha calado y hay gente convencida de que, si gana el PP estas elecciones, los obispos anularan su certificado de matrimonio. No, por dios, que una cosa es la pantomima que los partidos escenifican con su crispación y sus milongas, y otra cosa es la realidad del país. Aquí no hay derechas ni izquierdas: sólo hay funcionarios que cobran un pastón y cuyas diferencias son simplemente matices. Sus rifirrafes son de mentirijilla: en lo esencial, están de acuerdo, comen en los mismos restaurantes y gobiernan de forma muy parecida. Sus ladridos son sólo estrategias para arrebatarle el poder al otro. Lo triste es que los ciudadanos entren al trapo de un teatrillo de guiñoles tan mediocre.
Por ejemplo: ¿alguien puede decirme cuáles son las diferencias entre la política económica de PSOE, la del PP y la del PA en Los Barrios, en Andalucía o en España? Las habrá, claro, pero serán detallitos. Ningún gobierno ha desmontado lo hecho por el anterior, aunque cuando están en la oposición parece que se van a comer al otro.
¿Qué el PSOE sacó las tropas de Irak? Cierto, pero ese mismo partido participó en la primera guerra del Golfo y está por ver qué hubiera hecho en 2003 de haber estado en el gobierno: ¿se habrían opuesto a Bush? ¿Que el PSOE derogó el trasvase del Ebro? Sí, un trasvase impulsado por su propia política hidráulica, que el PP sólo había desarrollado.
Un ejemplo "tranquilizador" para los homosexuales que estén planificando exiliarse a Holanda: aunque ahora, en la oposición, el PP sufre de españolismo subido contra las políticas lingüísticas de País Vasco y Cataluña, desarrollan políticas lingüísticas similares en Valencia y en Galicia, no se les ha pasado por la cabeza "recastellanizar" esas comunidades, sino todo lo contrario, cuando salen por la tele te hablan en catalán, vasco o gallego, y sin ningún problema, y sólo hablan castellano cuando van al extranjero como Madrid o Soria.
Hay poco que inventar. En un estado de derecho con tantas instituciones consolidadas e inmerso en la Unión Europea, los partidos, en realidad, tienen poquito que hacer y que decir. Algo de maquillaje, un poquito de sombra de ojos por aquí y un colorete por allá. Pero lo fundamental no lo cuestiona nadie.
En fin, que no temo al lobo feroz. Pase lo que pase tras la crisis o unas elecciones, creo que mi vida va a cambiar bastante poco.
NOTICIAS DE LA VILLA
http://www.noticiasdelavilla.net/noticias/38/opinion/3932/los-suenos-suenos-son.aspx
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